
A Charles F. Brush (1849-1929), uno de los fundadores de la industria eléctrica americana, le debemos la primera turbina eólica para generación de electricidad. Era un gigante de 144 palas fabricadas en madera de cedro. Funcionó durante 20 años y cargó las baterías en el sótano de su mansión. Pero fue el danés Poul la Cour (1846-1908) el que verdaderamente confirmó que el viento podía ser una fuente de electricidad. La Cour descubrió que las turbinas eólicas de giro rápido con pocas palas son más eficientes para la producción de electricidad así que construyó varias de estas turbinas, utilizándolas para producir electrólisis y obtener hidrógeno para las lámparas de gas de su escuela.
Más tarde, durante la segunda guerra mundial, una compañía danesa comenzó a fabricar aerogeneradores bi y tripala,y en los años 50 aparecieron,también en Dinamarca, las primeras turbinas de corriente alterna. Aún así, hubo que esperar a la primera crisis del petróleo (1973) para que despertara un interés real por la energía eólica. El problema era que las turbinas eran muy caras, lo que les restó aceptación.
La generación de aerogeneradores de 55 kW que fueron desarrollados en 1980 supuso, por fin, el despegue industrial y tecnológico para los modernos aerogeneradores, que ahora llegan a alcanzar potencias unitarias superiores a los 2 MW (algunos prototipos inclusollegan a los 7 MW).
La generación de aerogeneradores de 55 kW que fueron desarrollados en 1980 supuso, por fin, el despegue industrial y tecnológico para los modernos aerogeneradores, que ahora llegan a alcanzar potencias unitarias superiores a los 2 MW (algunos prototipos inclusollegan a los 7 MW).
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